¿Cómo serán los sistemas operativos del futuro?



¿Alguna vez te has preguntado cómo serán Windows, Linux o Android dentro de diez años, qué aspecto tendrán sus aplicaciones y cómo las usaremos? Yo no he dejado de pensar en ello, sobre todo tras el espectacular anuncio de Google Glass.

Olvida las interfaces de película, las hileras de iconos alineados sobre falsa madera y las barras de progreso: el SO del futuro será una capa de contenido que nos seguirá a todas partes, alimentada por la Nube y atenta a nuestras emociones y hábitos. Aprenderá de nosotros y prestará atención a gestos y palabras.

Si quieres saber cómo será el sistema operativo del futuro, sigue leyendo. He recopilado por ti los desarrollos y noticias más interesantes sobre las interfaces de usuario del mañana.

Adiós metáforas: la interfaz del futuro es puro contenido


En los primeros entornos de escritorio, el icono era una metáfora conveniente para los típicos objetos de oficina, como el fichero o el portapapeles. Hoy en día los iconos han trascendido ese cometido y son meros logos, imágenes de marca que rara vez comunican una funcionalidad.


El icono fue un puente útil entre los datos y la interfaz de usuario, pero está destinado a desaparecer

Pero la tendencia de diseño de interfaces por la cual se trasladan formas del mundo físico a las interfaces gráficas –conocida técnicamente como esqueuomorfismo-, se mantiene todavía en muchas aplicaciones móviles: la libreta para tomar notas, el pasar páginas en un libro, etcétera.


Libretas de papel sobre una superficie de madera. Agradable a la vista, sí, pero ¿es necesario?

Imitar la realidad fue una idea atractiva, necesaria en los albores de la informática de usuario, cuando la gente le tenía miedo a los ordenadores y a la tecnología en general, pero en una era digital es innecesaria e ineficiente. El sistema operativo del futuro prescindirá en gran medida de iconos y metáforas visuales.

La interfaz de contenido puro es también una necesidad para dispositivos como Google Glass, en los que el espacio disponible para mostrar información es diminuto y no debe ser desaprovechado con elementos estéticos innecesarios. Y lo mismo vale para las aplicaciones de realidad aumentada.

De triunfar, esta tendencia supondrá un cambio radical en la forma de promocionar las aplicaciones. Para triunfar, una aplicación tendrá que dejar de ser un icono atractivo para convertirse en un atributo más del sistema operativo, una función útil que deberá promocionarse a través de otros canales.
¿Cómo de cerca estamos de conseguir interfaces sin metáforas?

La interfaz gráfica de Windows 8 y Windows Phone va en la dirección correcta, pues abandona las metáforas visuales y da al contenido el mayor protagonismo. En lugar de un icono de nube, ves directamente la temperatura que hace. En lugar de un icono de fotografías, ves las últimas fotos.


Los "tiles" aprovechan todo el espacio para mostrar contenido e información útil

El aplanamiento y la simplificación de las interfaces es una tendencia que se nota también en otros ecosistemas. Aplicaciones como Any.Do o Gmail se enfocan en lo esencial, eliminando al máximo todo lo que no sea el contenido útil, un requisito para toda interfaz que aspire a ser universal, accesible y adaptable.


En este tablón de Pinterest puedes encontrar muchos ejemplos de interfaces planas y sin ornamentos

Las interfaces distinguibles, esto es, interfaces que asignan un aspecto reconocible a los datos, empiezan a verse cada vez más. Los semanticons e identicons son un buen ejemplo de imágenes generadas a partir del contenido, mucho más discriminables, informativas y fáciles de recordar que un icono genérico.


Estos iconos para canciones MP3 se han generado a partir de características acústicas (Kolhoff, 2008)

Se controlará de muchas formas a la vez (interfaz multimodal)

El sistema del futuro se controlará con una mezcla de pensamientos, órdenes vocales y gestos, todos ellos procesados de manera concurrente y armoniosa. La modalidad clásica –teclado y ratón- seguirá siendo compatible con las demás, pero solo para determinadas tareas. El SO nos escuchará, seguirá nuestra mirada y reaccionará en consecuencia.

Una de las interfaces del futuro, en resumen, será nuestro cuerpo.


Gestos, habla, movimientos, impulsos cerebrales: eso y más aceptan las interfaces multi-modales (fuente)

La usabilidad será tan perfecta que apenas sabrás que hay una interfaz. El uso de varias modalidades de control al mismo tiempo no será jamás una obligación, sino una posibilidad extra. La flexibilidad de manejo resultante será imprescindible para un sistema operativo que funcione en toda una variedad de dispositivos.

Una forma de imaginar esto es pensar en un procesador de textos en el que pudiéramos introducir texto con el teclado, corregir a través de órdenes vocales, resaltar texto con la mirada y borrar frases con un gesto rápido delante de la pantalla o con un pensamiento simple (en realidad, una instrucción simple emitida por nuestro cerebro).

¿Cómo de cerca estamos de conseguir un SO con interfaz multimodal?

La capacidad de escucha de Siri, la percepción de Kinect y la versatilidad del mando de la PS4 apuntan a posibilidades de manejo multimodal impensables hasta hace unos años. Y el hardware que está a punto de llegar refuerza la necesidad de sistemas operativos capaces de integrar todos estos inputs en algo coherente.

Myo, por ejemplo, es un brazalete que mide los impulsos eléctricos de los músculos para detectar gestos y traducirlos a comandos para el PC, el teléfono u otro dispositivo. Para funcionar con otras aplicaciones, los desarrolladores deben usar una API abierta, pero eso todavía implica un esfuerzo de programación adicional.

Pero ¿por qué medir los impulsos de nuestros músculos si podemos medir directamente las órdenes impartidas por el cerebro? Con sistemas de encefalografía simplificados ya es posible “leer” impulsos elementales de nuestro córtex cerebral y convertirlos en comandos simples. Su precisión y utilidad son todavía limitadas, pero prometedoras.

Que estas tecnologías se usen en las interfaces futuras depende en gran medida de los desarrolladores de los sistemas operativos y de la atención que pongan en las interfaces multimodales.
Aprenderá de nuestras costumbres y anticipará nuestros deseos

Una buena aplicación es que la parece leer tu mente antes de que tú le digas nada. No es magia, sino únicamente el resultado de tomar la mayor cantidad de datos posible sobre tus acciones y trazar una línea –por así decirlo- a lo largo de esos puntos. Estadística. Big Data.


Microsoft investiga cómo optimizar por anticipado el arranque de las aplicaciones a partir de los hábitos de uso

El sistema operativo del futuro recopilará esos datos fácilmente y los ofrecerá a las aplicaciones para que estas ofrezcan contenido relevante para ti y para la situación en la que te encuentres. Buscar será un acto innecesario: el contenido vendrá a ti.

Esta capacidad de adaptación, unida a la ubicuidad del sistema operativo, que –recordemos- se hallará presente en todos los dispositivos, permitirá que las aplicaciones nos sigan de un dispositivo a otro y de un ambiente a otro, y modifiquen su comportamiento fácilmente.

La Nube jugará un papel esencial como puente, como tejido conectivo entre dispositivos y lugares, la auténtica autopista de la información que se soñó desde los comienzos de Internet.
¿Cómo de cerca estamos de conseguir un sistema que aprende?

Google Now es quizá el ejemplo más espectacular de aplicación que mezcla datos sobre el usuario con el contexto para ofrecer contenido relevante en todo momento. Y todo gracias a los datos proporcionados por el historial de búsqueda de Google y otras fuentes, como tus perfiles Google y los datos de tu móvil.


Google Now aprende sobre ti sobre la marcha. ¿Cómo? Gracias a las redes neuronales

Google Now aprende sobre nosotros y proporciona todo tipo de información útil antes de que la busquemos, como el tiempo en tu ciudad, el tráfico previsto para tu vuelta a casa o los resultados de tu equipo favorito. El resultado es impresionante, y en opinión de mucho supone el futuro de la búsqueda.

Nos hará sentir bien (tendrá inteligencia emocional)

La del sistema operativo futuro será una inteligencia artificial, sí, pero también emocional, mucho más efectiva a la hora de asistirnos y evitar la frustración y bloqueos típicos de los sistemas operativos actuales. No hablará únicamente a nuestra razón, sino también a nuestros sentimientos.


El adorable robot GERTY, de la película Moon (2009), expresando toda su preocupación

¿Estás alterado? El sistema cambiará de color, ocultará ciertos documentos, simulará texturas táctiles suaves y reproduce música tranquilizadora. ¿Estás tranquilo y enfocado? El sistema te mostrará la agenda del día y te sugerirá acciones por completar dependiendo del tiempo disponible.


El sistema operativo del futuro, en resumen, agregará el contexto interno, el propio cuerpo, al contexto externo, como la posición, la hora o las búsquedas efectuadas. Aprenderá sobre nuestros patrones orgánicos para adaptarse como un guante a nosotros y proveernos de información útil, relevante y también gratificante.

No es solo una cuestión de diseño seductor, sino de diseño empático, de conectar usuario y máquina de un modo mucho más emocional.
¿Cómo de cerca estamos de conseguir un sistema operativo emocional?

Las emociones, los niveles de activación / estrés y los estados de ánimo ya pueden medirse a través del registro de variables psicofisiológicas tales como el ritmo cardiaco, la conductancia de la piel, la dilatación de las pupilas o la tensión de determinados músculos, aunque con una precisión limitada.

Ya hay software capaz de reconocer emociones básicas a través de las expresiones faciales, como nViso o AffDex, pero su uso se ha limitado de momento a los estudios de mercado. La buena noticia es que hay más tecnología de este tipo en camino.

Más desarrollada, por otro lado, parece ser la situación en el campo de los videojuegos. Gabe Newell, CEO de Valve, ha mostrado su interés en el uso de todo tipo de variable biométrica, y se rumorea que Kinect 2 podrá leer emociones.
Solo habrá un sistema y funcionará en todos los dispositivos

Las diferencias entre sistemas han perdido relevancia: lo que interesa al usuario es el ecosistema de aplicaciones. Si alguien quiere jugar a Angry Birds, debe poder hacerlo sea cual sea la plataforma. Y si esta es Internet, basta con tener un navegador; es el concepto detrás de Chrome OS y las aplicaciones web.


Chrome OS, el sistema operativo "en la Nube" de Google, deja en entredicho la relevancia del SO

Pero un sistema operativo seguirá siendo necesario: la Web es y será un sustituto pobre para muchas tareas, un escaparate interactivo en el que consultar información y procesarla a un nivel básico. Para otras tareas, debe haber una capa de más bajo nivel detrás, una que no requiera una conexión constante a una red, por obvios motivos de autonomía y potencia.


Aplicaciones web contra aplicaciones nativas: ¿es una batalla relevante o simplemente pasajera?

Con un solo sistema operativo, la batalla entre compañías tecnológicas se lucharía solo en dos frentes: las aplicaciones y el hardware. Los desarrolladores reducirán costes, ya que ya no tendrán que reescribir el código de sus aplicaciones. Los fabricantes lucharán para mejorar diseño y rendimiento, una batalla que ya se está dando entre dispositivos Android.

Y aunque los grandes sistemas perviviesen por separado, la diferencia entre versiones móviles, de Escritorio o para dispositivos especiales ya no tendría sentido. Todas las aplicaciones deberán poder ejecutarse en todos los dispositivos. Negar a los usuarios del futuro la interoperabilidad a la que nos ha acostumbrado el Web sería insensato.

Dispositivos como Google Glass pueden ser joyas del diseño industrial, pero fracasarán si la experiencia de usuario con el sistema operativo no es satisfactoria desde el primer momento. Para que se dé una nueva revolución tecnológica, la fragmentación de experiencias entre sistemas de escritorio, sistemas móviles y sistemas embebidos debe desaparecer.

El hardware nos emociona porque se puede tocar, porque se puede poseer. Es estilo, es moda de silicio y metal. Pero sin un una capa de programas en su interior, sin un sistema operativo potente, el hardware no es más que bisutería costosa.

¿Cómo de cerca estamos de conseguir un SO único?

Nuestros ordenadores funcionan gracias a estándares en su mayoría abiertos y compartidos por todos los fabricantes. El texto que estoy escribiendo ahora mismo, por ejemplo, está codificado en UTF-8, y cualquier aparato puede reconocerlo y mostrarlo en pantalla. Los estándares, como los propugnados por la IEEE, ayudan a que nuestro mundo funcione mejor.

Si hay un intento de estandarización que todavía puede triunfar, ese es POSIX (IEEE 1003), a través de Linux y, sobre todo, Android, el candidato más probable a convertirse en el sistema operativo del futuro. La cuota de mercado de Android ya roza el 70% en el sector de teléfonos y tabletas. El salto a otros dispositivos no hará más que incrementar su difusión.

¿Y qué pasa con Windows y Mac OS? Ambos han planteado propuestas de convergencia ambiciosas: Windows 8 y Windows Phone 8 por un lado, y Mac OS X Lion y iOS por el otro. En el caso de Windows, la implementación ha dado pie a muchas críticas. Por lo que se refiere a los sistemas de Apple, lo más probable es que iOS acabe por destronar a Mac OS.


El reloj de pulsera de Apple ejecutará el sistema operativo iOS, el mismo del iPhone (vía The Verge)

Quien vive ahora mismo una Edad de Oro es Linux, gracias a Valve y su Steam Box, pero sobre todo gracias a Ubuntu, que con Ubuntu Phone está demostrando cómo es posible tener un solo sistema para una amplia variedad de dispositivos.


Un solo sistema para todos los dispositivos. Ese el sueño -y la realidad- de Ubuntu

¿Será Linux el sistema unificado del futuro, una vez que Android, Ubuntu y quizá iOS converjan hacia una sola arquitectura y diseño de interfaz? Lo sabremos más pronto de lo que imaginamos.

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